Fueron tres días de intensa misión en el marco del Año Jubilar de la Esperanza. Acompañados por el obispo, decenas de sacerdotes llevaron adelante la Misión de la Reconciliación, que abarcó los departamentos ubicados sobre las costas del Río Paraná. Los clérigos misionaron en Lavalle, Santa Lucia, Esquina y Goya. «Este esfuerzo conjunto buscó llevar un mensaje de esperanza a las personas enfermas, ancianas y privadas de la libertad» explicó el obispo.

Los presbíteros llegaron a hasta las periferias de cada localidad, llevando la unción de los enfermos y el sacramento de la reconciliación. Comenzaron a misionar el lunes 2 hasta miércoles 4 de junio y cada día finalizaron con la peregrinación hacia los templos jubilares y concelebraron la Eucaristía.
El objetivo de esta misión es “colocar nuevamente el sacramento de la reconciliación en el centro de la vida pastoral de la Iglesia y, por tanto, de nuestras comunidades, de nuestras parroquias, de todas las realidades eclesiales” destacó monseñor Canecin en la homilía que pronunció el martes en la Catedral.
“Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti Padre y a tu enviado Jesucristo”, fue el pasaje bíblico que inspiró la homilía de monseñor Canecin, y en esa línea señaló “es el núcleo central de nuestra fe y a la vez es el fundamento de nuestra esperanza”.
Recordó que el Papa Francisco nos pidió «ser mensajeros y constructores de esperanza» y animo a tener en cuenta el plan diocesano de pastoral que tiene como primera orientación “la centralidad en Jesucristo” para ello remarco es “necesaria esa experiencia vital y existencial que nos capacita para luego ser testigos”.
“Teniendo esta centralidad de Jesucristo, desde allí brota la misión de la Iglesia, por eso, otra de las orientaciones es una Iglesia en salida misionera, no podemos guardar, ocultar lo que hemos visto, conocido y experimentado, tenemos que imitar con nuestras vidas, obras y palabras” afirmó.
“Seamos una Iglesia en salida misionera con la actitud, jovialidad y audacia de los jóvenes” exclamó.
Más adelante, teniendo en cuenta la cercanía de Pentecostés dijo que “el alma de la misión es el Espíritu Santo, porque el Espíritu derramado en nuestros corazones, es como un ancla firme, segura y es el fundamento de nuestra esperanza”.
Con el lema “Peregrinos de Esperanza” considero “procuremos siempre vivir como peregrinos que tienen un punto de partida y una meta: la eternidad. El peregrino no camina de cualquier manera, sino que lleva un equipaje ligero”.
“Jesucristo es nuestra esperanza, es la esperanza que no defrauda. Tenemos una Esperanza que no defrauda, porque es reconciliadora, dignificante y misericordiosa, porque haciendo nuestras las palabras del apóstol Pablo: sabemos bien en quién hemos puesto nuestra confianza” subrayó.
Animó a rezar por la iglesia para que en este Año Jubilar, “sea signo de esperanza y cada uno de sus miembros vivan con alegría el anuncio de la misericordia de Dios”. —
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