DÍA 16 DE SEPTIEMBRE
CURA BROCHERO: PREDICAR EL EVANGELIO CON LA PROPIA VIDA
Introducción
En este Mes de la Biblia, queremos contemplar al Cura Gaucho y su
relación con la Palabra de Dios que él predicó durante su apasionado
ministerio. Brochero, como nos dice su oración, unió a su “celo misionero “y
su “predicación evangélica”, una «vida pobre y entregada». Él hizo carne aquel
propósito de ese otro gran misionero canonizado recientemente, el Hermano
Carlos de Foucauld: «Que con sólo vivir predique el Evangelio».
Desde muy niño, José Gabriel del Rosario Brochero, supo decir como
aquel joven Samuel de la Biblia: “Habla, Señor, que tu siervo escucha” y, como
él, tampoco “dejó caer ninguna de sus palabras” (Cfr. I Sam 3).
Su fe y su vocación, como toda auténtica llamada, nacieron de un
encuentro con el Jesús de los Evangelios, cumpliéndose en él aquello que nos
recordará el Papa Francisco al comienzo de su servicio universal: “No me
cansaré de repetir aquellas palabras de Benedicto XVI que nos llevan al centro del
Evangelio: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino
por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte
a la vida y, con ello, una orientación decisiva»
Un oído en el Evangelio…
Cautivado por ese encuentro y encaminado en su determinación a ser
sacerdote, estando ya en el Seminario, la oración y la práctica de los Ejercicios
Espirituales, le hicieron comprender al joven Brochero la profunda verdad de
esa enseñanza de San Ignacio de Loyola: “No el mucho saber harta y satisface el
alma, sino el sentir y gustar de las cosas internamente” (San Ignacio de Loyola.
Ejercicios Espirituales)
Pero también, comprendiendo poco a poco el sentido hondo de aquella
sentencia de su Maestro: “¡Felices más bien los que escuchan la Palabra de
Dios y la practican!” (Lc 11, 28), fue disponiendo su corazón y su voluntad
para emprender la senda apostólica de esta frase de la ordenación diaconal:
“Recibe el Evangelio del que eres mensajero.
Cree lo que lees,
enseña lo que crees,
practica lo que enseñas”
Ese compromiso de vivir a fondo en su vida esa Palabra que escuchaba y
guardaba meditándola en su corazón, lo llevó a visitar todos los rincones de
su inmensa parroquia y a ir a todas las “periferias existenciales” de sus
hermanos. Los testimonios de ese “amor hasta el extremo” (Cfr. Jn 13, 1) son
incontables y conmovedores. Dice uno de ellos:
“El Cura Brochero se santificó y santificó sentado en su mula malacara, recorriendo
miles de leguas para confesar, predicar, celebrar y convertir en aquellas regiones
extensas y olvidadas, pobladas de gente extremadamente pobre. Brochero era capaz de
arriesgar su vida cruzando a nado, colgado de la cola de su mula, el río Panaholma,
mientras está crecido, para atender a un enfermo. O sufrir la quebradura de una
pierna mientras arrastra con su mula los tirantes para los techos de la Casa de
Ejercicios, así como de rodar de su mula al suelo más de 115 veces en su vida.”
Y otro agrega:
“Visitando a los leprosos de la zona, contrajo la enfermedad que soportó
durante sus últimos años, la lepra. Bien puede decirse que fue un mártir de
la caridad. Una persona que lo conoció testimonia lo siguiente: había en la
parroquia un leproso que era de mal carácter, blasfemaba, y nadie quería
acercarse a él. El Cura Brochero se acercó a él, le llevaba comida, lo aseaba,
tomaba mate con él. Su misma sobrina le decía que no fuera y él respondía.
¿Es que el alma de ese pobre hombre no vale nada? Y siguió atendiéndolo; lo
transformó en un manso cordero, el leproso se confesó con el Cura y murió
santamente recibiendo todos los sacramentos.”
El origen mismo de la Casa de Ejercicios, brota de ese corazón
sacerdotal que sabe escuchar la Palabra de Dios y comprende que “el
hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de
la boca de Dios” (Mt 4, 4) y se desvive para que llegue a sus
hermanos. Y, junto con eso, su afán para que esa Palabra sanadora
llegue a quien más la necesite:
“La pasión de Brochero por vivir el Reino, lo lleva a cumplir el mandato del Señor
resucitado de anunciar el amor de Jesús a los más alejados. Por eso, pensó inaugurar la
Casa de Ejercicios Espirituales que estaba construyendo junto a su parroquia, con la
presencia de Santos Guayama. Su espíritu misionero lo lleva a buscar incansablemente
a este gaucho perseguido por la justicia, y se esmera en llegar a él para anunciarle el
Evangelio. Lamentablemente, para esa fecha el caudillo montonero fue apresado por las
tropas represivas del gobierno central y fusilado en la cárcel sin juicio ni condena, a
pesar de las gestiones que el cura hizo para salvarlo.”
…y otro oído en el pueblo
Porque el Cura Brochero amó así a su pueblo, pudo traducirlo y su
predicación fue al mismo tiempo música de Dios y tonada del pueblo, con el
mismo sabor criollo las comidas en sus Ejercicios Espirituales…Una música
que aún descubrimos plenamente presente en su tierra del oeste cordobés y
que se nos mete en el oído de nuestro corazón cuando nos asomamos a la
inmensidad de su obra apostólica, de una altura espiritual aún mayor que esas
inmensas montañas por las que anduvo.
“…Voy pasando por un predicador de fama a consecuencia de los periódicos de
Tucumán; así me presentaron cuando llegue a la ciudad, pero lo que quiero
contarle es el texto con que rompí en la primera misión: este fue una vaca negra
que estaban viendo todos los oyentes. Dije que como esa vaca estaba con la señal
y marca del Ingenio llamado Trinidad, así estábamos señalados y marcados por
Dios todos los cristianos, pero que Dios no marcaba en la pierna, ni en la paleta
ni en las costilla, sino en el alma, porque la señal de Dios es la Santa Cruz y que
la marca de Él era la Fe, y que esta la ponía en el alma…Pero, mi querido, hizo
tal eco, que se han (venido) hasta de 25 leguas a oírme, y se han confesado en
esta misión, como no lo han hecho en otras… He adquirido una fama!!!!!!…no
se oye otra cosa que la sabiduría del Cura Brochero, expresada o sintetizada en la
marca y señal de la vaca negra del Ingenio de la Trinidad”.
Pero no se crea que se trató sólo de amar y adentrarse en el lenguaje y la
cultura de sus feligreses lo que expresa ese “oído en el pueblo”. No, como ese
Dios Yahvéh en la tierra de Egipto, Brochero supo escuchar los clamores y
gritos de su pueblo, postergado y empobrecido.
Siguiendo el ejemplo de Jesús que se comprometió con la gente de su
tiempo, José Gabriel Brochero, también se comprometió con su gente en el
noroeste cordobés de finales del siglo 19 y principios del siglo 20. ¿Qué
significa que “se comprometió”? Significa que “se hizo cargo”, “se involucró”
con la situación que vivían los hombres y mujeres concretos de su tiempo y de
su geografía. Con ellos compartió la vida.
Como líder que era, “se hizo cargo” del clamor silencioso de su pueblo y
se ocupó de cada uno de ellos. Y por eso, “se comprometió” con:

- los enfermos: a los que ni la creciente de los ríos lo detenía para llevarles
el auxilio de Dios, los sacramentos que les prometía… - los que no tenían trabajo: intercediendo ante las autoridades que conocía
para ayudarlos… - las familias: enseñándoles a trabajar la tierra para que puedan
sustentarse dignamente y ayudándolos en sus dificultades matrimoniales… - los niños: y les creó escuelas para que salieran adelante en la vida…
5 - la dignidad de los que estaban tan olvidados: proveyendo de agua para sus
casas, jubilaciones para la vejez después de una larga vida de trabajo,
mensajerías, correos, bancos, caminos…para que el progreso no los dejara de
lado…
Al Cura Brochero lo conocemos como “el cura gaucho” porque no se
cansó de tender su mano solidaria, porque volcó sus energías en el servicio
permanente a su gente, porque se comprometió en la lucha por el bienestar de
la zona, porque no se achicó ante las dificultades y conflictos, porque gastó su
vida principalmente en favor de los más pobres y olvidados, porque supo
contagiar la alegría…Estas fueron las “gauchadas” del Cura Brochero. Los
favores que sin descanso y desinteresadamente fue realizando durante los
cuarenta y siete años de su vida sacerdotal en fidelidad al evangelio de Jesús y
al pueblo que se le encomendó…
No se hace toda la obra que él hizo y tantos gestos, tantas “gauchadas”
durante toda la vida si no existen motivaciones profundas…una auténtica
espiritualidad. Sin una fe auténtica, vivida desde su “ser cura”.
Es que, en Brochero (y ésa es una de sus enseñanzas claves de su vida),
la evangelización y la promoción humana de los serranos iban juntas; a la
edificación del espíritu juntaba la de la tierra: la Casa de Ejercicios, el Colegio
de Niñas, cien leguas de caminos, el proyecto del tren que consumió sus
afanes sin llegar nunca… Lo que dijo: «Cuantas veces quieran, estoy para
todos». Que era su ofrenda: «Lo hago todo por amor al Corazón de Jesús”.
Letanías Brocherianas
Respondemos a cada invocación:
“Rezá por nosotros” - BROCHERO: hombre de Dios y hombre de los hombres
- BROCHERO: buen pastor de su rebaño
6 - BROCHERO: modelo de entrega a Dios
- BROCHERO: figura de nuestro pueblo argentino
- BROCHERO: generoso en su entrega
- BROCHERO: evangelizador de los serranos
Testimonio de un brocheriano de nuestro tiempo
En pocos días más, exactamente el 30 de este mes, se cumplirá un nuevo
aniversario de la pascua del P. Gino Gardenal, un excepcional sacerdote de la
Diócesis de Quilmes.
Bajo su impulso, trabajo y animación, nació la Casa Brochero en la
localidad de Bosques, al sur del Gran Buenos Aires y los Encuentros de
Evangelización que han convocado a decenas de miles de personas desde los
comienzos de los años ochenta hasta el día de hoy.
Además, con su Carpa Misionera, el P. Gino recorrió todos los rincones
de su Diócesis y de las otras vecinas durante más de 15 años, contando
siempre con el apoyo y la compañía de su Padre Obispo, Monseñor. Jorge
Novak.
Sus restos descansan en ese lugar entrañablemente brocheriano,
acompañados de esta frase que nos revela la humilde generosidad de su
espíritu:

ORACIÓN AL CURA BROCHERO
Te bendecimos en este día
en que recordamos a José Gabriel Brochero; al cual,
Vos con bondad lo colmaste de tus dones
para que fuera un buen pastor de su rebaño.
Preocupado siempre
por el bien espiritual y material de su gente;
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él supo unir en su labor pastoral
la evangelización y la promoción humana,
para el bien de todos.
Aferrado a la Virgen Purísima y al Rosario,
anduvo a lomo de mula por su extensa parroquia,
predicando el Evangelio,
invitando a los Ejercicios Espirituales
y allanando los caminos para que ninguno quedara
sin poder encontrarse con Dios.
Y se convirtió así,
en la expresión más clara del amor y la solicitud
que Dios tiene por su pueblo.
Al final de su vida, pobre y enfermo,
desgranando rosarios por los hombres pasados,
por los presentes y por los que habrían de venir;
entregaba su vida confiado en la misericordia de Dios
que brotaba del Corazón traspasado de Jesús.
Por eso, a su protección de padre y su intercesión de hermano
nos encomendamos con confianza. Amén.
Equipo Retiros populares Cura Brochero.


