La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad a las elaboraciones del ron en Cuba y la baguette en Francia. Con esta denominación, se apoya a los maestros artesanos a mantener vivos los métodos ancestrales.

El ron cubano acumula ocho generaciones de maestros destiladores, que se pasan los conocimientos de manera oral y en la práctica cotidiana a los aprendices. Recordemos que esta bebida tiene un grado alcohólico del 40%, se obtiene de la miel de caña o melaza y es añejado en barricas de madera antes de su consumo. La generación que guarda este conocimiento está integrada actualmente por tres primeros maestros, siete maestros y cuatro aspirantes, guardianes y transmisores del conocimiento originado con el boom agroindustrial del azúcar en el siglo XIX. Sin embargo, hace poco se sumaron dos maestras y tres aspirantes mujeres; y la escuela donde se concentran los conocimientos se llama Movimiento de Maestros del Ron Cubano.
Cuba ya cuenta con estos patrimonios: la Tumba Francesa (2008), la Rumba Cubana (2016), el Punto Cubano (2017) y Las Parrandas (2018).
De corteza crujiente y miga esponjosa, la baguette es un producto relativamente reciente: apareció a principios del siglo XX en París y es el pan más consumido en toda Francia. Cada año se venden unos 6.000 millones de baguettes, lo que significa que unos 12 millones de consumidores la piden en las panaderías cada día. Cada barra pesa unos 250 gramos aproximadamente.
Lo que premió la Unesco en la baguette es el «savoir-faire», la manera particular de elaborar, amasar y hornear esta barra de pan. El galardón supone un reconocimiento a las panaderías tradicionales, que fueron cerrando en Francia, particularmente en el campo.
Fuente: Página/12
