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jueves, mayo 16, 2024
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«No tener mujeres en la Corte es un gran error y una regresión histórica»

EL EJECUTIVO NACIONAL PROPONE A DOS HOMBRES MÁS

La titular de la Red Mujeres para la Justicia, María Eugenia Chapero, habló con época sobre la nominación de Lijo y García-Mansilla por parte del Gobierno de Milei para completar el máximo tribunal. Así, no habrá ninguna mujer y colisionarían con normativas específicas.

Una advertencia significativa lanzaron referentes de entidades judiciales sobre las nominaciones de dos hombres para cubrir lugares en la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN), oficializadas recientemente por el Gobierno de Javier Milei. En concreto, rechazaron las candidaturas del juez federal, Ariel Lijo, y el académico, Manuel García-Mansilla, porque dejaría sin siquiera una mujer como integrante del máximo tribunal nacional. Entienden que, por paridad de género e igualdad de derechos, deberían proponer a dos mujeres para la CSJN.

«No es una cuestión de idoneidad, sino una igualdad real de oportunidades», aseguró a época la titular de la Red Mujeres para la Justicia, María Eugenia Chapero, quien de manera contundente aseveró a continuación: «Si no hay mujeres en la Corte es un grave error y toda una regresión histórica».

La santafesina Chapero preside esta sociedad civil a nivel nacional que tiene presencia en varias provincias y nuclea magistradas y funcionarias, tanto del orden federal como provincial. Desde la organización, además, lideran una serie de acciones en rechazo al caso de la integración de la Corte con todos varones (hoy, sus cuatros integrantes son hombres).

«Públicamente venimos manifestándonos con mucho asombro y rechazo ante esta propuesta. Consideramos que es una regresión histórica, porque la presencia de mujeres en la Corte tiene que ver, incluso, con los tratados internacionales que Argentina ha suscripto y que tiene rango superior, constitucional», indicó.

Al respecto, seguidamente explicó: «Precisamente, una de las obligaciones de Argentina es tomar todas las medias necesarias para garantizar a la mujer iguales condiciones que los hombres para ejercer cargos públicos en todas las esferas gubernamentales. Entendemos que la no presencia de mujer es un incumplimiento del Estado a esta garantía, que plantea que la mujer tiene derecho a acceder a los más altos cargos del gobierno, por ejemplo del Poder Judicial».

Por más que esas normativas están vigentes, la mujer no puede ocupar los más altos cargos, ¿cuál es la razón?

Se habla del «techo de cristal» y esa es la prueba más acabada de esta situación.

¿Qué significa realmente el «techo de cristal»?

Es el «techo de cristal» porque parece invisible y en realidad no hay ningún impedimento formal para que lleguen las mujeres, pero es algo invisible que impide que las mujeres lo hagan. Todas las mujeres que se forman en las carreras de Derecho podemos legítimamente aspirar a esos lugares sin que haya ningún techo que nos lo impida. Por otro lado, también es el derecho de la ciudadanía a que esté representada la mitad del país. Sin embargo, las más de 23 millones mujeres en Argentina no estamos representadas en ese cuerpo superior del Poder Judicial Nacional.

¿Por qué hoy se da la nominación de dos candidatos hombres? ¿Es por una perspectiva ideológica del Gobierno?

Es una regresión histórica. Creo que el Presidente está a tiempo de enmendar el grave error que está cometiendo, porque en términos de democracia, de calidad institucional, de calidad de la Justicia, la no presencia de las mujeres en los órganos de decisión denota -sobre todo- un déficit en la calidad institucional. Por eso nos llama mucho la atención. Y nuestro mensaje es que todavía estamos a tiempo de subsanar este histórico.

De alguna manera, también hay un incumplimiento del Estado a obligaciones asumidas que es tomar todas las medidas apropiadas y necesarias para ir eliminando las barreras que impiden a las mujeres estar en los mayores puestos de decisión política.

¿Cuáles son esas barreras?

Esto tiene que ver con una discriminación de facto. Tiene que ver con una cosmovisión patriarcal, que no solamente se padece en Argentina, sino también en otros lugares del mundo. Por eso creemos que las mujeres siempre tenemos que estar alertas, a no bajar los brazos porque es muy fuerte esta discriminación de hecho, porque acá –además- no hay ninguna norma que nos impida acceder a los lugares más elevados de decisión.

Es una cuestión de facto, de hecho, que tiene que ver con una cosmovisión androcéntrica, que privilegia al varón como persona más adecuada para ocupar espacios de poder.

Sectores superconservadores intentan argumentar que debe haber idoneidad más que nada. ¿Qué responde a esa postura?

Nosotros entendemos que no se trata de una cuestión de idoneidad. Eso la descontamos. Para ocupar un lugar en la Corte las dos personas propuestas deben ser excelentes, brillantes, académicas y –sin dudas- existen tantas mujeres como varones brillantes y con una conducta intachable para postularlas. No se trata de una cuestión de idoneidad.

¿Uno puede imaginar que el Presidente no puede encontrar a dos mujeres idóneas entre toda la enorme cantidad de mujeres que estamos en todas las ramas del Derecho? Eso tiene que ver con otra cuestión que, justamente, esta cosmovisión androcéntrica está centrada en la superioridad del varón sobre la mujer para esos lugares públicos. Pensamos que el tema pasa por ahí.

En el Mapa de Género de la Oficina de la Mujer (OM) de la Corte, gráficamente se evidencia el techo de cristal en la estructura piramidal, ¿esta situación se profundiza en las provincias?

Las provincias también están en franca deuda con esta exigencia democrática, constitucional, convencional del Estado… Por eso, es una deuda histórica con las mujeres por parte de los poderes públicos, que tienen el deber de satisfacer. Realmente sería una regresión en términos institucionales e históricos que en este momento se cubra solo con dos varones y no con dos mujeres, como correspondería.

En definitivas, todo tiene que ver con la igualdad de oportunidades y la representación…

Tiene que ver con una igualdad real de oportunidades. Porque la igualdad formal está, pero otra cosa es la igualdad real. Porque acá no la hay, evidentemente, con una Corte compuesta por cinco varones. Entonces, la igualdad formal que está en las leyes no se traduce en una igualdad real.

Insisto, es un problema de igualdad real de oportunidad y por supuesto que la idoneidad está fuera de discusión, de que sea el requisito sine qua non. Nosotros queremos una mujer idónea, brillante, para ese lugar. Y por supuesto, de una conducta intachable.

Dijo que las provincias están en deuda con este tema: Corrientes, como otros tres distritos más, no tienen mujeres en el Superior Tribunal, ¿por qué cree que cuestan más los cambios?

Creo que son provincias que han tenido poca sensibilidad a la cuestión de género,

…que no han tenido la responsabilidad institucional, porque los que tienen el poder político a veces no han estado a la altura. Creo que son tiempos históricos y las mujeres merecemos que se acorte toda esa espera que viene de siglos.

¿Establecer cupos para mujeres, ayuda?


Sí. Son acciones que están previstas constitucionalmente y legalmente, que deben tener un tiempo de duración hasta que la igualdad real se produzca naturalmente en el seno de una sociedad.

Por eso no me da miedo, para nada, las leyes de cupos. Porque son normativas constitucionales que resguardan una igualdad real de oportunidades, sobre todo cuando hay una estructura de facto que discrimina.

Muchos plantean sumar a una mujer solo para aportar perspectiva de género, pero en realidad esa perspectiva de género debe darse en toda la estructura… ¿qué opina al respecto?


Comparto plenamente eso. Además, como para hilar más fino, tampoco el hecho de que llegue una mujer nos asegura que haya perspectiva de género. Ahí vamos afinando un poco más la elección.

Pero usted tiene razón en eso: la perspectiva de género es un mandato constitucional que se les impone a varones y mujeres. Y que debe ser transversal a los tres poderes del Estado, a todas las instancias del Poder Judicial.

Por eso es tan importante que la Ley Micaela siga vigente y que esa obligación en los tres poderes del Estado se cumpla en todos los órdenes, en todas las escalas, para que todas las personas se capaciten en perspectiva de género.

Paradójicamente, la Justicia está representada en la figura de una mujer con los ojos vendados y una balanza en la mano, pero son las propias mujeres las que no llegan a los altos cargos para, precisamente, impartir justicia. ¿Coincide en eso?
Totalmente. Es una trágica paradoja. Y yo le diría más, ahora estamos publicando frases en relación a la paridad de género y una fue: ‘Mujeres en la Corte para dar balance a la balanza de la Justicia’. De lo contrario, la Justicia tiene desbalanceada esa balanza…

Y la Justicia termina siendo injusta dentro de su propia estructura, ¿no?


Claro. Injusta porque discrimina, injusta porque no refleja la composición del país: la mitad de su población somos mujeres.

Desde todo punto de vista es un mensaje realmente desalentador para todas nuestras hijas, las jóvenes que se están formando, que son excelentes promedios, que están en las escuelas de Derecho. Es un mensaje desalentador para todas ellas.

Sin embrago, creo que estamos a tiempo de subsanar este grave error histórico.

Solo tres mujeres en el máximo tribunal nacional en 161 años

Entre los 111 juristas que formaron parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en sus 161 años de historia, solo tres fueron mujeres y las nominaciones que acaba de oficializar el Ejecutivo para cubrir los dos cargos vacantes, apuntan a conservar la uniformidad masculina que caracterizó al máximo tribunal en los últimos tres años.

De esta forma, la Corte Suprema parece alejarse de la conformación que tuvo entre 2004 y 2014.

En ese período, con las presencias de Elena Highton de Nolasco y Carmen Argibay como ministras del máximo tribunal de la Argentina, hubo dos mujeres entre los siete integrantes de la instancia superior del Poder Judicial argentino.

Una pirámide que muestra igualdad hasta las partes altas: ahí ya son mayoría los hombres

Un reciente informe de la Oficina de la Mujer (OM) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación reveló que, si bien la mitad del plantel judicial está conformado por mujeres, en los cargos altos la representación femenina solo llega al 29%.

El denominado «techo de cristal» parece imposible de superarse en los cargos más elevados de la pirámide judicial, que hoy no haya una mujer entre los ministros de la Corte, es todo un ejemplo.

Las cifras se desprenden del Mapa de Género de la Justicia Argentina que relevó cómo fue la distribución de los cargos por género del sistema judicial durante 2023. El informe estableció que si bien el 57% del plantel del sistema de justicia estuvo constituido por mujeres (74.680), ellas conformaban solo el 29% de los cargos de máxima autoridad, es decir, solo una minoría alcanza a ser ministras, procuradoras generales o defensoras generales.

Además, el relevamiento indicó que la representación de las mujeres como máximas autoridades en el año 2023 fue un punto porcentual por debajo del año anterior y dos puntos porcentuales menos respecto de 2021.

El «techo de cristal» aparece en el máximo nivel de autoridad, en el que las mujeres son minoría o ni siquiera ocupan un cargo.

Esta situación ocurre específicamente en el rango de ministras -la única magistratura con la que cuenta el tribunal- que desde que la jueza Elena Highton presentó su renuncia en 2021 se mantiene con cuatro ministros varones, ninguna mujer y una vacante libre.

DIARIO ÉPOCA

Por Gustavo Lescano

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