POEMA ESCRITO POR ALICIA ÁRNICA DE NARDELLI «DIA DE LA BANDERA»
DIA DE LA BANDERA
Manuel J. J. del Corazón de Jesús Belgrano!
Arde la tea de la argentinidad en su glorioso pecho.
Fue “un silencioso obrero de la grandeza de su Patria”.
Brilló en su frente la sed del patriotismo.

Alejado de los arrebatos de la soberbia, abrazó la austeridad, en la humanidad que emanaba de su espíritu. Fue modesto y perseverante apóstol de la Libertad.
“Ejemplo vivo de las democracias que no deslumbra como un meteoro, pero que brilla y brillará eternamente como un astro beneficio y apacible en el horizonte de la Patria”.
Ofició de guerrero para salvar la Patria.
En medio de la tempestad, de su accionar de patriota, no se dejó seducir por el orgullo. Fue de los primeros que en la noche de la esclavitud, presagió la aurora de la Independencia.
Cada noche soñaba con sembrar el bien los surcos de la vida. Hombre de acción y hombre de pensamiento.
Derramó a lo largo de su existir, la semilla fecunda de la instrucción y de la virtud.
Inspirado por amor a la Libertad, llegó a ser uno de los Padres de la Patria.
Bien expresó; “Que no oiga ya que los ricos devoran a los pobres y que la justicia es solo para aquellos”.
“Sirvo a la Patria sin otro objeto que de verla constituida, ese es el premio que aspiro”.
La educación del pueblo, un hondo deseo: lograr una sociedad pensante porque “un pueblo culto nunca puede ser esclavizado”. La gracia de Belgrano llegó a los jóvenes. Nos dejó su siembra de humildad, la perseverancia, amor a la Libertad y su sudor de Apóstol.
Lo dejaron morir en la soledad y en la pobreza.
Dejó su impronta de magnánimo en cada gesto, presente en las páginas del periodismo y hasta en el tosco banco de una escuela primaria.
Depositó en el altar de la Vida su legado glorioso: La celeste y Blanca Bandera de su Argentina amada.
Bien afirmó Leopoldo Diaz: ¡Patria es el airón de bandera, que ciñe con relámpago de oro el sol, como una virgen cabellera!
Con grandísimo dolor exclamó antes de entregar su alma al creador: ¡Ay PATRIA MÍA!
